La Despedida de Once.

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Como cada mañana que se repite durante muchos años, suena un despertador al que deseamos robarle cinco minutos más y luego nos dirigimos, con tantas expectativas…, unas ganas únicas…

Cada salón se convierte en un lugar de sueños, de compañeros, de alegrías de rabias y tristezas, de la primera novia, de los mejores amigos, de los que no soportamos, de los profes bacanes de los profes regañones, de las personas que viene y van… y luego llega ese momento en el cual todos se tienen que ir, pero ya no es el mismo momento de todos los días, porque esta vez ese sonido del timbre será el último, porque aquella frase que muchos repetimos. “… por tercera vez ¿quiénes son los del aseo?, este salón no me lo dejen así” ya so se repetirá más en ese grupo…

Muchas gracias a todos mis estudiantes, gracias a todos aquellos que desde su silencio nos hacían la vida más amable, gracias a aquellos que nos regalaban una dosis de adrenalina y que siempre era digna de quedar anotada en el observador, gracias a aquellos que nos hacían sentir que la clase valió la pena, gracias a aquellos que siempre nos impulsan a buscar nuevas alternativas, gracias a todos los que siempre traían la tarea, gracias a los que siempre preguntaban “¿y usted cuando dijo eso?” gracias por hacernos sentir vivos, por regalarnos un poco de su juventud de su alegría de sus sueños…

Cada uno siempre será único y especial, después de muchos años recordaremos sus rostros, si algún día regresan a visitarnos… aunque cada año se repita en diferentes rostros y con diferente letra, la excusa aquella del tío o la abuelita que se muere cuatro veces en el año siempre será única, las famosas frases de “profe deme otro placito” o “es que le presté el cuaderno a mi compañero y no vino” o “profe colabóreme y en este periodo si me pongo las pilas” siempre serán únicas, como siempre será única la huella que cada uno de ustedes dejarán en nuestro corazón y en nuestra alma…

Se les quiere muchísimo a todos y cada uno.

Por: Jorge Marulanda - Docente